15 julio, 2013

Shodan

 

El pasado 6 de julio tuve la oportunidad de presentarme y rendir el examen correspondiente a la graduación de Shodan (1er. Dan) en el Seiki Dojo del Centro de Difusión del Aikido.

Sinceramente ha sido un evento muy importante y muy esperado para mi porque hace ya más de diez años que entré en contacto con el mundo del Aikido, de la mano del Sensei Héctor Torres. En el transcurso de estos años, muchas veces tuve que discontinuar mi entrenamiento por diversas cuestiones, más que nada académicas y también de la vida misma, como dicen. Pero me mantuve firme en mi convicción, continué en contacto con la gente del Dojo y entrenando fuerte en los años que pude. Varios de mis compañeros, comenzaron a practicar después de mi y tuve la suerte de poder ayudarlos a dar los primeros pasos, fueron ellos mismos los que alcanzaron la graduación de Dan antes de mi y fueron adquiriendo conocimientos y experiencias que nos transmitieron y nos ayudaron a crecer como Aikidokas. Para con ellos es que tengo un profundo agradecimiento, porque siempre supieron mantener la humildad y recordaron cómo mi aporte y el de personas que pertenecen a mi “camada” les ayudaron a llegar sus respectivas graduaciones de Dan.

Haber alcanzado esta graduación, según la etiqueta y las normas de la institución a la que pertenezco, implica que debo llevar cinturón negro y hakama. El uso del hakama, como he comentado en una publicación anterior, lleva el simbolismo y la responsabilidad de cultivar y practicar las siete virtudes que los Samurai pregonaban a través del Bushido que, en pocas palabras, fue una especie de código de conducta y principios que regían su accionar y sus relaciones. Es así que, de aquí en adelante, mis aspiraciones como practicante de Aikido serán, por un lado pulir mis técnicas y por supuesto mejorar mi forma de respirar y armonizar; y por el otro, en el fondo, más allá de las cuestiones técnicas, dar mi mejor esfuerzo por incorporar algo de éstos principios a mi vida cotidiana. Creo que con el transcurso de los años, cuando uno transita este camino por su propia decisión y sincero interés, llega a practicar en mayor o menor grado algo de lo que la cultura Samurai dejó marcado en la historia; pienso que solo cuando uno tiene la verdadera convicción de seguir a delante en el camino del Aikido, cuando uno es consciente de que debe ser practicado con seriedad, va incorporando algo de la esencia de estos principios sino, es muy difícil seguir progresando.

Es este el camino que elegí para ayudarme a ver las cosas desde otra perspectiva, para aprender que no siempre que uno cae se lastima y ahí se acabo todo, por el contrario, cuando uno aprende, caer significa una oportunidad de volver a levantarse y seguir adelante. También, ver las cosas desde otra perspectiva implica aprender a estar atento a uno mismo y no dejarse llevar por las pasiones y las reacciones que muchas veces dominan a las personas y afectan a los demás negativamente.

Quisiera, de aquí en adelante, simplemente ser mejor persona, y tratar de ser en lo mas mínimo que pueda un ejemplo.

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