06 junio, 2012

La actitud ante los problemas o conflictos

 

¿Qué es un problema? Según mi punto de vista, desde la perspectiva de la experiencia de las personas ante esta cuestión, un problema es una situación y/o estado de la realidad distinto a un estado deseado o necesitado por la persona que percibe esta realidad en un momento determinado.
Ahora bien, no es mi intención plantear una definición teórica de los problemas, sino expresar la concepción que en los últimos años, intento lograr madurar en mi conducta y mi filosofía de vida. En esta línea, he visto muchas veces cómo las personas, ante una situación que les representa un problema, se encierran en su padecimiento sin encontrar salida o incluso empeorando la situación; asimismo, la anticipación, la preocupación obsesiva acerca de los potenciales problemas, hasta pienso que determinan la conducta de las personas, de manera tal que éstas terminan por generar ese estado de realidad de las cosas que deviene en un problema. Por otra parte, también existe la situación de quienes ignoran los problemas o quienes no toman acción ante los mismos.
Cómo se pueden manejar estas situaciones, o al menos es lo que intento. La práctica del Aikido me ha ayudado mucho al establecer una similitud con la actitud y el accionar que se debe tener para resolver el conflicto que se plantea ante el ataque de un oponente.
En la práctica utilizamos en concepto de Irimi, el cual significa entrar en la técnica, pero tiene la particularidad de que esta entrada se realiza saliendo de la línea del ataque. Cuando hacemos Irimi ante un ataque buscamos anticiparnos al ataque para que éste no nos sorprenda y perdamos la oportunidad de defendernos, para no quedar atrapados en sus consecuencias. Una vez que logramos anticipar el ataque, debemos accionar para posicionarnos en una situación en la que nosotros podamos tomar control del atacante y finalmente redireccionar o neutralizar este ataque, sin que nadie resulte lastimado.
En el ámbito cognoscitivo, cuando surge un problema, o se percibe su inminente ocurrencia, también podemos hacer Irimi ante el mismo, no dejarlo entrar en nuestro círculo interno (en nuestro círculo mental) para que se quede ahí, forcejeando y luchando en nuestra mente, como cuando uno no logra concretar correctamente  una técnica y se deja llevar por la furia quedando atrapado en una lucha física con el atacante. Sino buscar salir de su línea de afectación sobre nosotros y proyectarlo hacia otra parte o neutralizar sus efectos.
Para lograr este cometido, primeramente se tendrá que estar atento ante las circunstancias que nos rodean, con esta atención buscamos percibir el problema que nos está por afectar, manejando la distancia respecto del mismo. Manejar la distancia implica no enfrascarse en una anticipación que puede generalo y hasta potenciarlo, es decir, ser consciente de la situación de conflicto pero sin cortar esta percepción accionando precipitadamente, ni tampoco tardíamente. Lo que pretendo explicar es la aplicación del principio del ma-ai, la distancia tanto en el ámbito físico como mental, entre la situación de conflicto y nosotros. Tenemos que tratar de lograr una distancia que nos permita estar en un nivel de contacto respecto de la situación mediante el cual podamos estar conectados con la misma, con el objeto de poder manejarla razonablemente.
Si logramos llevar a nuestra realidad el concepto del ma-ai, que nos permite percibir el grado o distancia potencial de afectación de los problemas, entonces podemos accionar respecto a los mismos mediante el mencionado concepto de irimi. Es decir, hacernos cargo de esta interacción que tenemos que medir respecto de lo que nos afecta, para poder buscar la mejor manera de enfocar la solución desde otro ángulo donde los efectos del problema no nos afecten, o nos afecten de la manera menos perjudicial posible. Desde este otro ángulo buscamos una posición de fortaleza, mental o en el plano físico (en el fondo son lo mismo). Aquí, podemos utilizar nuestro potencial para dirigir los efectos de los problemas o conflictos hacia otra parte o simplemente neutralizarlos para poder retomar nuestro recto camino, en armonía con el resto de las cosas que forman parte de nuestro mundo.
Esto no es una ciencia, es una actitud que tenemos que trabajar internamente para incorporarla y aprender a razonar las cosas de esta manera. No es una metodología precisa que se pueda aplicar a la solución técnica de determinados problemas. Sino que se trata de aprender a manejarnos con una actitud de atención para no dejarnos sobrepasar por los problemas y que la vida se torne un círculo vicioso de lucha y queja constante ante las situaciones que se nos presentan. Es una forma de percibir las cosas buenas y malas que nos deja fluir en la dirección que elegimos para nosotros.